¿Puede un complejo religioso que dobla el tamaño de la ciudad de Angkor pasar desapercibido al resto del mundo? ¿Y una bodega respetable del norte de California esconder una comuna elitista que no permita a sus seguidores hacer bromas o dormir más de seis horas? A lo largo de la historia, la arquitectura ha sabido cubrir todo tipo de necesidades, incluidas las más excéntricas para complacer a gurús con arrebatos de grandeza.