Una ciudad vacía es como una casa a estrenar. Es la imagen más cinematográfica y vital del borrón y cuenta nueva: una oportunidad inédita para reordenar los espacios. Durante los dos meses de cuarentena, la ciudadanía ha sido más consciente que nunca del lugar en el que vive y de sus deficiencias y virtudes tal y como está ahora organizado. También se ha lanzado a soñar con una ciudad nueva; se ha mudado mentalmente a unas calles limpias, amplias, peatonales, verdes y con menos coronavirus. Y lo ha hecho desde una perspectiva para muchos desconocida: “En este instante todos somos principalmente peatones”, comentaba José María Ezquiaga, recién incorporado al consejo asesor del Ayuntamiento de Madrid para la reactivación de la ciudad, del que forman parte expertos de distintas áreas como economía, salud o urbanismo. “Vemos el automóvil como una agresión. La ciudad poscovid es una ciudad postautomóvil”.