La pandemia de coronavirus ha cambiado nuestra forma de entender la vida. Nos ha obligado a reestructurar nuestras prioridades. El cambio individual de cada ciudadano ha sido patente, lo hemos hecho. Ahora, además, ha quedado claro que sin la ayuda de los que mandan no se podrá reconstruir la sociedad de una forma equitativa, en la que cada cual pueda desarrollar su labor en la mejor de las condiciones. Y, en esta ecuación, no se pueden olvidar de los padres y madres con hijos, porque no todos pueden trabajar, porque no todos pueden pagar un cuidador. En esta situación de incertidumbre, siempre surge la duda, ¿aprenderemos de esta tremenda experiencia o seguiremos igual?