El 13 de agosto de 1978 Dorothy Ruth Hoogstraten aterrizaba en el aeropuerto de Los Ángeles. Acababa de cumplir dieciocho años y era la primera vez en su vida que se había subido a un avión. Dos años y un día después, yacía desnuda en el suelo de su habitación al lado de su asesino: su marido, el hombre que la había convertido en su gallina de los huevos de oro, le descerrajó un tiro con una escopeta. Tenía sólo veinte años, había sido dos veces chica Playboy y acababa de rodar una película con Peter Bogdanovich, –director de Qué me pasa doctor y La última película–, con el que planeaba casarse. Nunca llegaron a hacerlo. Nunca pudo cumplir el sueño por el que se había subido a un avión por primera vez.