A los seres humanos nos gusta el orden, aunque pasamos más tiempo en el desorden. El mundo es un caos, de ahí el éxito de la japonesa Marie Kondo, que ha vendido millones de ejemplares de un libro en el que explica cómo organizar los cajones. Se supone que si uno (o una, que el genérico flaquea) reserva un espacio para los calzoncillos o para las braguitas, abrirá al mismo tiempo en su cabeza departamentos para colocar las ideas, de modo que no se mezclen unas con otras. Hay gente que se dispone a hacer uso de un argumento racional y le sale un exabrupto emocional, como cuando en un armario caótico metes la mano para coger una corbata y sacas una rata. Significa que el orden exterior acaba constituyendo un reflejo del interior.