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La aberrante confusión entre logro y privilegio

Si algo está proliferando en nuestro tiempo es el oportunismo más despreciable. Entre quienes escriben —escribimos— en prensa, cada vez son menos los que se resisten a las corrientes de moda, lo cual equivale a decir al griterío, anónimo con enorme frecuencia, de las redes sociales. Personas a las que se paga por pensar por sí mismas —se supone— renuncian a toda velocidad a ello para arrojarse a cada nueva marea. Al fin y al cabo es más cómodo que a uno le den todo masticado: se sube a la rueda que trae aplausos fáciles y no importa si dentro de un mes se trata de la rueda contraria: se sube igualmente, aprovechando que nadie ejercita la memoria ni va a afearle o reprocharle nada. Por poner un solo ejemplo: cuando ha tocado leer las memorias de Woody Allen, he visto cómo lo defendían quienes lo habían condenado no hace mucho. Puede que un día reivindiquen a Plácido Domingo los mismos que lo han hundido.

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