Lo feo también sorprende. A veces porque molesta, otras incomodando. El nuevo edificio de Rem Koolhaas y su estudio OMA para los grandes almacenes coreanos The Galleria, en Gwanggyo, al sur de Seúl, quiere ser una roca. El inmueble busca añadir peso visual a la falta de historia de esta ciudad-dormitorio levantada a 25 kilómetros de la capital en 2004. Anhela sumar capas de expresión y arraigar más el nuevo edificio que la mayoría de los rascacielos que, según los arquitectos holandeses, componen la ciudad. Ciertamente, el panelado pétreo triangular de diversos colores —marrón, ocre y beige— invita a pensar en la geología, aunque remite, más directamente, a la inestabilidad de ciertos minerales: las construcciones cristalinas que, de tan brillantes, lejos de seducir deslumbran. Y, de manera mucho más mimética a las construcciones recreativas del parque junto al lago Suwon, en la ciudad que comparten una misma paleta de colores y una misma idea de dividir en triángulos el acabado. Una roca es una forma mineral estable. Y este cubo deformado por su envolvente parece querer ser orgánico desde lo inorgánico: los triángulos pétreos coloreados que lo envuelven pixelándolo.