Aunque sea originario de China, el kiwi no es una fruta que en Occidente se asocie habitualmente con el gigante asiático. Pero basta caminar hasta lo alto de alguna de las suaves montañas del condado de Xiuwen, en la provincia sureña de Guizhou, para descubrir plantaciones de esta fruta tan extensas que se pierden en el horizonte. Teniendo en cuenta que se trata de unos de los territorios más depauperados del país, cabría esperar que los agricultores trabajasen en condiciones penosas y con los medios más rudimentarios. Sin embargo, aquí y allá, algunos elementos sorprendentes rompen la monotonía de esta masa verde que cubre más de 11.000 hectáreas. Una cámara de videovigilancia que transmite en directo a través de la red 5G, placas solares que proporcionan energía a sofisticados sistemas de control de plagas, y sensores que recogen datos de todo tipo de variables demuestran que estas explotaciones agrícolas han abrazado con fuerza las tecnologías del siglo XXI.