A la vista, las emotivas circunstancias que confluyen en el restaurante Ovillo pasan completamente inadvertidas. No es sencillo adivinar que sus instalaciones sustentan un proyecto encomiable en el que la cocina y la integración social asumen funciones compartidas. El comedor, amplísimo, ubicado en la nave de una antigua fábrica de marroquinería madrileña, espacio que cubre con creces las medidas de seguridad actuales, incluidos sus reservados, constituyen entornos cálidos, donde su promotor y cocinero Javier Muñoz Calero proporciona empleo y formación a jóvenes españoles o migrantes en riesgo de exclusión social o sin referentes adultos. “Más de un 50% de nuestra plantilla la componen chicos entre 16 y 25 años a los que retribuimos por su trabajo según las normas de nuestro gremio. Su labor no tiene la consideración de prácticas. Trabajamos en alianza con la Fundación Raíces (fundacionraices.org) y el programa Cocina Conciencia para que puedan vivir de forma digna”.