La dimisión de Shinzo Abe a finales de agosto a causa de sus problemas de salud desbarató muchos planes. Entre ellos, los de su sucesión al frente de Japón. El inesperado anuncio cortó la progresión del por entonces ministro de Defensa, Taro Kono, cada vez más popular en las encuestas. Dadas las circunstancias, el aspirante optó por reservarse para un momento más propicio y no presentarse a las primarias del Partido Liberal Democrático (PLD) en las que se impuso Yoshihide Suga.