Hay viajes en los que la sorpresa aguarda en el subsuelo, lugares donde la tierra arroja agua caliente en forma de manantiales que jamás se secan; potentes chorros ardientes que descienden por paredes rocosas, o géiseres que irrumpen en superficies heladas. En la mayoría de los casos, se trata de aguas ricas en minerales con propiedades para tratar o aliviar ciertas dolencias. Muchas llevan procurando momentos de relajación a los europeos desde hace milenios.