En 2020, el año de su consagración, Bad Bunny se convirtió no en la música de la pandemia, sino en la música contra la pandemia. La enfermedad cayó sobre todos como una nieve que desfiguró las líneas de la costumbre, y ahora hay algo degradado en la realidad, más granulosa, con menos resolución, como si enchufáramos el ánimo a la toma de la corriente y las experiencias no pudieran cargar del todo, o como si, de repente, hubiéramos dejado de habitar nuestras vidas para habitar el paquete turístico de nuestras vidas.