Si como sostiene Gilles Lipovetsky en su último ensayo, Gustar y emocionar, el futuro está “en la hibridación de lo ecológico y la seducción”, es probable que la pujante economía circular, partidaria de disminuir el despilfarro en favor de una “feliz sobriedad”, tenga algo que decir. Hoy, ante los desafíos planetarios, se imponen las exigencias de reducir impactos negativos sobre el medio ambiente y de inventar soluciones y acciones pragmáticas que atiendan necesidades reales.