SIN DARNOS cuenta, hemos reverdecido. Este año de cosechas truncadas, de floraciones malogradas, han llegado las plantas a nuestras vidas, y parece que lo han hecho para establecerse. Creíamos que eran ellas las que nos necesitaban, pero resulta que no, que se las apañan perfectamente sin nosotros. Y que nosotros, sin ellas, nos quedamos en menos.