No se trata de un mero empleo; es un estilo de vida, un modo de mantener un equilibrio armónico entre trabajar y viajar. La pandemia ha acelerado la implementación del teletrabajo y la descentralización de grandes y pequeñas empresas, así que cuando se pueda volver a viajar libremente serán muchos más los que se decidan a convertirse en nómadas digitales. A priori, solo se necesita un portátil y una buena conexión a Internet para trabajar desde cualquier rincón del mundo. Una vez que se ha hecho lo más difícil, que es decidirse a partir, toca escoger dónde empezar la aventura. La mayoría de los nómadas digitales se muda varias veces al año para sortear las restricciones de los visados o evitar veranos tórridos e inviernos gélidos, pero siempre hay un punto de partida. Más allá de clavar un alfiler en un lugar deseado del mapamundi, hay otras formas de elegir un primer destino.