El placer femenino se convierte en el epicentro de todas las tertulias sexuales que se precien. La mujer ha cambiado por completo su concepto de relación sexual y prima que ella no solo participe, sino que disfrute. Que lo digamos en voz alta y lo manifestemos, hace que lo consigamos. Aprendimos a pedir lo que nos gusta y, encima, el concepto de masculinidad varía. Ya no solo existen los tipos que buscan su propio placer, modelo más acorde a la pornografía, muchos eligen ser los artífices del placer de sus amantes. Manu, gallego treintañero, reconoce que lo que más lo excita es conseguir que la mujer pierda el control y como dice “se derrita” en su boca. Dice que no tiene ninguna prisa y se carcajea cuando le pregunto si, de verdad, se centra en dar placer más que en recibir. “Cada vez que estoy con alguien intento que pueda disfrutar al máximo. Eso es lo que me hace tener confianza en mí. Sé que puedo dárselo”. Manu no es un hombre especialmente seguro, pero manifiesta sentirse poderoso cuando da placer a sus amantes.