Si hay un accesorio que hemos interiorizado como parte de nuestra vida diaria en todos estos meses de pandemia es, sin duda, la mascarilla. Es obligatoria en muchos lugares del planeta, sobre todo en numerosos países europeos y en España nos la ponemos en (casi) cualquier situación social, ya sea en entornos cerrados o en espacios abiertos. Sin embargo, su uso continuado y prolongado nos lleva a una serie de preguntas inevitables, que todos nos hemos hecho: ¿la mascarilla que utilizamos es la más adecuada para nuestros intereses? ¿también para todos los miembros de la familia? ¿protege de forma adecuada las partes sensibles de la cara? ¿es poco ergonómica? ¿provoca algún tipo de alergia o irritación? ¿favorece la transpiración?