Ante la expansión que parece irrefrenable de la covid-19, todas las instrucciones tantas veces contradictorias que recibimos solo coinciden en una cosa: hay que quedarse en casa. Del todo, en las imposiciones de confinamiento total; la mayor parte del tiempo posible, en la mejor de las situaciones. Solo permanecer en el propio domicilio y relacionarnos casi exclusivamente con convivientes es la verdadera prevención eficaz ante la catástrofe. Al margen de lo inexacto de tal premisa, se nos insiste en que la definitiva salvaguarda frente al virus: los hogares-burbuja.