“Casi siempre que voy sola, me silban o me dicen algo obsceno… Si voy por la calle y hay un grupo de hombres, cruzo al otro lado o me doy la vuelta y busco otra alternativa. Me acosan desde que soy adolescente… No puedes hacer mucho porque, si lo hacen en grupo, les parece divertido y tienes miedo de decirles algo y, si lo hace un hombre solo, procura que solo tú te des cuenta, y lo que sientes es indescriptible: una mezcla de asco, rabia, vergüenza y miedo”.