Elena había puesto en las ventanas un poco de espumillón rojo, verde, azul y dorado. Con cinta adhesiva y algo de pericia, decoraba los cristales formando lazos, espirales y campanas. A Elena las guirnaldas navideñas le solían gustar mucho de niña, aunque en las habitaciones de los ancianos no tenían el mismo efecto festivo que en los grandes ventanales del aula del colegio. Sin embargo, Elena seguía insistiendo, llevaba 25 años poniendo decoraciones navideñas por toda la residencia, pero este año, por culpa de la covid, todo eran restricciones y no le habían dejado sacar el belén que siempre instala sobre dos mesas en la parte de atrás del comedor, en la zona de visitas.