Una de las tareas más ingratas para un autor de desarrollo personal es acudir a entrevistas donde un periodista te espera a la contra: “¿Cómo se puede ser optimista con la que está cayendo?”. Esa y otras preguntas similares llenan el diálogo. Podría parecer que el fatalismo y el escepticismo son más realistas que una visión positiva del futuro. Sin embargo, ambas posturas vitales son solo proyecciones teñidas por nuestras expectativas o prejuicios. Del mismo modo que acudir a una cita sentimental convencidos de que irá mal nos hace mostrarnos negativos y torpes, con lo que acabamos confirmando el oráculo, nuestra mirada sobre los acontecimientos futuros influye sobre ellos.