Del inventario de personalidades fallecidas a lo largo de 2020 rescato un nombre que llevaba muchos años fuera de la centralidad que disfrutó a principios de los años sesenta del siglo pasado, cuando los mejores artistas plásticos latinoamericanos trabajaban y exponían en París, Madrid, Nueva York o México, mientras impartían talleres en La Habana, en diversas escuelas europeas o en las Facultades de bellas artes de sus países de origen. Aquel era el linaje de Francisco Espinoza Dueñas (Lima, 1926-Carmona, Sevilla, 2020), fallecido a los 94 años en una residencia de mayores. Los residentes que convivieron con Espinoza Dueñas durante la última década sabían que era un “artista famoso”, pues la Fundación Caja Rural del Sur le dedicó en 2011 una muestra extraordinaria en la Casa de la Provincia de la Diputación de Sevilla, pero jamás se habrían imaginado que su compañero peruano del geriátrico dejaba un generoso patrimonio, suficiente para abrir un museo.