Antes que un restaurante, La Fonda Lironda, última apertura del grupo Carbón Negro, es un modelo de negocio que intenta hacer compatibles actividades que no sintonizan en la misma onda. El local, que se rige por jornadas larguísimas, cumple con los horarios de comidas y cenas, comienza a primeras horas con los desayunos y propicia los intervalos en los que se sirven aperitivos o meriendas. Incluso encumbra en el comedor a un DJ que todos los fines de semana pincha música en directo a partir de media tarde hasta las horas de cierre. Es el momento de los cócteles creativos que, bajo las directrices de Carlos Moreno, emergen en las mesas. Un escenario fashion, con múltiples condicionantes en juego, de interiorismo estudiado, que evoca ambientes de Londres y Nueva York, donde sorprende que el nivel de la cocina mantenga el pulso en cotas aceptables. Mérito de los asesores del grupo, Hugo Muñoz y Sergio Palomares, chefs ejecutivos, y de los cocineros Daniel Lombas y Víctor Álvarez, de sólidas trayectorias.