Lo tenía todo preparado en su cabeza. El día de su jubilación, saldría del armario. Empezaría a vivir la vida que siempre quiso, como mujer, ya alejada de las cámaras de televisión, sin miedo a que se rieran de ella ni a perder el trabajo con el que tanto disfruta. Pero Georgine Kellermann no aguantó. A sus 61 años, la popular periodista de la televisión pública alemana y ahora gran jefa de una delegación territorial sorprendió al país y a sí misma en un arrebato de impulsividad que le ha cambiado la vida para siempre.