La pandemia ha agravado todas las debilidades de la tauromaquia, tales como la desunión, el individualismo, el desprecio al aficionado, la ausencia de planificación y autocrítica…, y la temporada de 2021 se presenta compleja y decisiva, como una incógnita que debe resolverse con renovación y un objetivo prioritario: las principales plazas deben abrir sus puertas y ofrecer festejos taurinos.