Mantener una comunicación fluida y un ambiente de trabajo distendido es fundamental para el bienestar de los trabajadores. Sin embargo, los contactos informales pueden llegar a convertirse en un lastre para la productividad de la plantilla e incluso en un motivo de expulsión directa si además se hace un uso inadecuado de los medios de la empresa. Así lo demuestra un reciente fallo del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) de Extremadura que ha avalado el cese de una empleada de oficina por llamar por teléfono en repetidas ocasiones a una compañera para hablar sobre cuestiones personales.