Mantener a buen resguardo el coche y protegerlo al máximo no hace que, con el paso del tiempo, se acabe degradando una de sus partes más expuestas a todo tipo de inclemencias, golpes, roces y arañazos: hablamos de la carrocería del vehículo. Pero también de las zonas interiores más castigadas como el salpicadero, los asientos o las zonas recubiertas de cuero donde más apoyamos alguna parte del cuerpo. Además, los estragos económicos que derivan de la pandemia de covid unido al envejecimiento del parque automovilístico en España (con un promedio de casi 13 años) nos obligan a reparar los desperfectos y arañazos superficiales del coche de manera periódica.