A pesar del avance vertiginoso de las comunicaciones globales, que permiten viajar con relativa facilidad a casi cualquier rincón del mundo, sorprende encontrar todavía sobre el mapa europeo países en los que los turistas son una rareza. Moldavia, Bielorrusia y, en menor medida, Eslovaquia, figuran entre los destinos menos turísticos y menos conocidos de los antes llamados países del Este, antiguos satélites ideológicos de la extinta Unión Soviética, de la que aún perduran huellas en sus ciudades y monumentos. Motivos para descubrirlos hay muchos.