El vasco Rafael Berrio, músico de culto, indescifrable y lleno de personalidad fallecido en marzo de 2020, terminó de grabar su último disco, Niño futuro, con la certeza de que el proyecto no estaba del todo acabado. Sintió la necesidad de llevar a su público a un cine a escuchar el álbum de principio a fin, como se hacía antes de que las plataformas digitales ayudaran a crear una cultura deconstruida.