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Mayores fuera de la norma

Los viejos no tienen ni sexo ni sexualidad. Nada hace contemplar que, cuando cumplamos muchos años, podamos querer sexo, a tenor de todo lo que ofrece la publicidad y los guiones de las películas. Ya no servimos para procrear. Ya no somos guapos. Se supone que no deberíamos desear o que, al menos, no tanto como para que alguien se plantee que necesitamos un lugar para hacerlo. La mayoría de las personas LGTBI ancianas viven solas. Si tuvieran un sitio en el que sentirse seguras, sin duda, acudirían.

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