Si hay un sitio al que a Rubén Olmo (Sevilla, 1980) le gustaría volver es al teatro Albéniz de Madrid. El director del Ballet Nacional de España recuerda perfectamente la primera vez que entró en este mítico espacio de la escena madrileña, en la céntrica calle de la Paz. Y se emociona al pensarlo, seguramente porque no ha podido hacerlo desde que en diciembre de 2008 bajó su telón por última vez tras una función de La vida es sueño, de Calderón de la Barca. “Siempre lo tengo muy presente. Además, allí también fueron mis comienzos. En 2006, la dirección me dio la oportunidad de estrenar mi primera obra. Y entrar en un espacio emblemático para la danza con mi propia compañía fue algo muy especial”.