La región de Friburgo, discreta, verde, convincente y, lo que es aún mejor, poco conocida en comparación con las grandes rutas turísticas de Suiza, tiene todo lo que se suele pedir a un territorio ideal: variedad de paisajes, gastronomía autóctona, una cultura propia y distancias cortas. Combina capitales cosmopolitas con pueblos con encanto y brinda posibilidades de excursiones por entornos alpinos ricos en matices y colores, a menudo junto a lagos que se transforman en playas y parques naturales envidiablemente conservados. Animado por un espíritu práctico y sencillo, y por una marcada voluntad de proteger tradiciones y productos locales, este cantón ubicado al oeste del país reserva innumerables tentaciones.