Hasta hace poco, Adrià Domènech iba para baloncestista. Nacido 20 años atrás en Badalona, la ciudad del Joventut, donde el Dream Team estadounidense de Jordan asombró al mundo en los Juegos Olímpicos de 1992 y cuna de internacionales como Pau Ribas, lo suyo siempre fue repartir asistencias como base del equipo local de los Maristes. Pero unos meses atrás y sin haber chutado casi un balón en su vida, un club de fútbol, la UD Logroñés, le puso un contrato sobre la mesa. Necesitaban a alguien que en vez de marcar goles con los pies, los metiera con las manos.