El papel de los gobiernos locales y la función social de la ciudad en la promoción de los derechos humanos es hoy indiscutible. El rol municipalista en materia de defensa de los derechos empezó a desarrollarse en la década de los noventa, con la redacción de la Carta por los Derechos Humanos de Gwangju, en Corea del Sur. Megaurbes como Ciudad de México, se unieron rápidamente con la Carta por el Derecho a la Ciudad para garantizar el pleno ejercicio de los derechos humanos; y otras ciudades norteamericanas como Montreal también realizaron esfuerzos tempranos para garantizar los derechos humanos y monitorear sus responsabilidades bajo el derecho internacional.