Oviedo, con sus poco más de 200.000 habitantes, apenas tiene unos multicines (que ni siquiera están en el centro urbano), pero a cambio tiene una orquesta sinfónica, una banda de música y otra de gaitas, una escuela de música y otra de música tradicional, aparte de ciclos de jazz, una escena alternativa muy activa y una programación estable de ópera, zarzuela y música lírica. Y eso, sin contar la orquesta sinfónica autonómica y los conservatorios Superior y Profesional, de competencia del Principado. Un currículo impresionante que demuestra hasta qué punto la música clásica se encuentra profundamente imbricada en la vida social de la ciudad, que desde hace años viene poniendo el foco, a través de la Fundación Musical Ciudad de Oviedo, en la necesidad de estrechar la relación entre la música y la educación. Se trata de que entiendan que la música clásica “no es solo una cosa de viejos, que tiene que formar parte de su vida porque es parte de su patrimonio cultural y les ayuda a crecer humanamente”, explica Cosme Marina, director artístico de la Fundación.