Sería muy difícil resumir la relación con el hogar mejor que Vivian Gornick: “Si no te vas de casa te sofocas, si te vas demasiado lejos te falta oxígeno”. Pero en su más que recomendable última novela, La hija única (Anagrama), Guadalupe Nettel consigue explicar la amplitud de significados que puede tener el concepto casa a partir de la descripción de gestos inconscientes que acomodan o incomodan a alguien dentro de una vivienda, anotando detalles aparentemente nimios —como un sándwich de jamón y queso que se siente como un asidero protector— o narrando la evolución de convivencias inesperadas. Sin abordar directamente ese tema, tratándolo como el marco que es siempre una vivienda, la novela refleja cómo ha cambiado la idea de casa como morada y cuánto de ese cambio tiene que ver con nuestra amplitud mental para entender lo que puede ser una familia o un hogar.