En una de esas oportunidades de redención que casi siempre se presentan en el fútbol, el RCD Espanyol de Barcelona ha pasado del que fue su primer descenso en tres décadas a un esperanzador regreso a la élite en tan solo 304 días. Un viaje del abatimiento a la alegría encarnado por Raúl de Tomás, convertido en máximo artillero de la categoría de plata tras las molestias que le hicieron perderse duelos decisivos de la pasada campaña, o Diego López, aspirante al trofeo Zamora después de ser el tercer meta más goleado el curso anterior. Ellos son algunas de las estrellas de una metamorfosis a la que ha contribuido, fuera de los focos, otro equipo empeñado en encontrar la fórmula para regresar entre los mejores y ya no marcharse jamás. Aquí descubren su particular laboratorio donde, gracias a una nueva metodología basada en el big data y a nueva forma de trabajar el talento, han destilado una suerte de ADN espanyolista que al ser inoculado en cualquier futbolista le garantice su éxito con la camiseta blanquiazul.