“Cuando el hotel Ritz cerró sus puertas antes de la reforma se malograban por roturas una media de 50.000 euros al año, solo en cristalería. Ahora las piezas bajan en cestas, entran en las maquinas winterhalter y salen directamente secas sin que nadie las roce. Disponemos de dos túneles de lavado, uno para las vajillas y otro destinado a la cristalería” me comentó satisfecho el cocinero Quique Dacosta director gastronómico de este renovado enclave hotelero.