El 1 de enero de 1959 ya estaban construidos los hoteles Habana Hilton, Riviera y Capri, pero el Nacional seguía siendo el Nacional. A las pocas horas del triunfo de la revolución, el mafioso Meyer Lansky mandó a llamar a Jaime Casielles, uno de sus hombres de confianza en Cuba, y le pidió que fuera urgentemente al hotel: “Ya Lansky sabía que Batista y su familia habían huido del país. Me dijo: ‘Jaimito, debemos recorrer los casinos y recoger el dinero antes de que las turbas se echen a la calle”. Todo en la isla había cambiado.