El maltrato a los animales de compañía puede ser un indicador de violencia machista. Así, cuando el agresor amenaza o ataca a estos seres apreciados por la mujer puede estar ejerciendo una violencia psicológica contra ella. Y en el peor de los casos también podría considerarse un tipo de violencia vicaria, que es “el daño más extremo que puede ejercer el maltratador hacia una mujer: dañar y/o asesinar a los hijos/as”, según la definición del Pacto de Estado contra la Violencia de Género. En este caso, el maltratador atentaría contra la vida de los animales para hacer sufrir a la que es o ha sido su pareja.