Más que ir, a Menorca se vuelve. Y por muchas veces que se haga, siempre es la primera vez. Desde el barco o desde el avión compensa vislumbrar su morfología verde, ligeramente rocosa, envuelta de azul, esa silueta propia de los paraísos naturales y agrestes, y anticipar los placeres que están por llegar. Es la más septentrional y la segunda en extensión de las islas Baleares, pero la tercera más poblada, lo que le permite ser la más preservada y sostenible y conservar con dignidad su entorno natural, su identidad, su apuesta por productos locales, su mar (protegido por la Unesco como reserva de la biosfera), su cielo (es Reserva Starlight por sus excelentes condiciones para la observación de estrellas) y también su gastronomía (es la región gastronómica europea para 2022).