El martillo no sonó fuerte esta vez porque la subasta era en línea. Pero de haber caído, hubiera provocado un estruendo: una supuesta hacha maya se estaba vendiendo por un valor cinco veces más alto del estimado por la firma Sotheby’s. La piedra con rasgos de jaguar, serpiente y murciélago salió del actual territorio americano. Pero las circunstancias en las que lo hizo se desconocen. Ese blanco en la historia de muchos objetos arqueológicos –de América, pero también de África, Oceanía o Europa– resguardados por coleccionistas privados, museos o galerías es una de las objeciones de los expertos a que estas piezas se comercialicen. La ruta hasta la casa de subastas es, muchas veces, un misterio.