Véselin Tópálov (Ruse, Bulgaria, 1975) es un ejemplo excelente de cómo el trabajo duro y muy planificado es imprescindible, por mucho talento y pasión que haya antes, para llegar a la primera fila mundial. Dos años después de empezar a entrenarse con quien luego fue una especie de segundo padre, Silvio Danáilov, fue campeón del mundo sub 14, en Puerto Rico. Ambos decidieron que la mejor jugada para progresar rápido era ir (en 1992) a España, el país que ya empezaba a distinguirse como el que más torneos internacionales organizaba. Lo hicieron (4.000 kilómetros) en un automóvil de segunda mano, en pleno invierno. Y ahí, tras recorrer 25.000 más jugando torneos, empezó un meteórica racha ascendente que le llevó del puesto 1.500 del mundo a entrar en los diez primeros y asentarse en Salamanca. Y a ser campeón del mundo oficial en 2005.