Pasado lo peor de la pandemia, la gente salió a la calle, se quitó la mascarilla —o al menos se la apartó—, se volvió a besar y allí estaba un fotógrafo, a unos pasos discretos, para realizar un homenaje a la resurrección
Pasado lo peor de la pandemia, la gente salió a la calle, se quitó la mascarilla —o al menos se la apartó—, se volvió a besar y allí estaba un fotógrafo, a unos pasos discretos, para realizar un homenaje a la resurrección