Ahora que se habla tanto de experiencias, eso de visitar una bodega para hacer tu propio vino, ensamblarlo, embotellarlo y llevártelo a casa es una de las experiencias turísticas por antonomasia. Y si el marco incomparable es el valle portugués del Douro, se nos puede quedar muy escuálido el diccionario para encontrar el vocablo definitivamente definitorio.