Coronada por el castillo de Santa Catalina, Jaén se extiende sobre las laderas de un cerro de tal manera que la calle principal de su centro histórico parece discurrir entre los decorados de corcho de un belén. Un museo considerado como uno de los mejores del arte íbero, una impresionante catedral, unos cuantos restaurantes —dos con su estrella Michelin— y tabernas centenarias que sirven ricas tapas de la región constituyen el principal reclamo para los muchos turistas que en los últimos años han descubierto una capital andaluza menos conocida que sus vecinas.