En 1975 Carole Roussopoulos impartía talleres de vídeo “durante los fines de semana para grupos de seis mujeres”, en París, en el distrito 14. En uno de ellos, cinco de las alumnas cuchicheaban muy nerviosas, y una le confesó a la profesora y activista feminista el motivo: “La otra compañera es Delphine Seyrig“. “Ah, muy bien, ¿y?”. “¿No sabes quién es Delphine Seyrig?”. “No, ¿por?”. Años más tarde Roussopoulos confesaría: “Que no la conociera fue positivo porque nuestra relación fue muy distinta”. Seyrig fue una de las grandes estrellas del cine francés, que colaboró con Buñuel (La Vía Láctea, El discreto encanto de la burguesía), Losey (Chantaje a una esposa), Duras (India Song), Akerman (Jeanne Dielman, 23, quai du commerce, 1080 Bruxelles), Truffaut (Besos robados) o William Klein (Mr. Freedom), y que actuó en grandes películas como Piel de asno, El año pasado en Maribaund o Chacal. Fallecida con solo 58 años por un cáncer de pulmón en 1990, en una entrevista televisiva se negó a ser calificada como intelectual porque no tenía estudios universitarios (aunque sí de interpretación): “Lo que sí hago es leer, he leído mucho, pero yo soy una actriz”.