Fue un sábado deportivo; en realidad, un día en las carreras. Más de cinco horas de retransmisión en Teledeporte, desde Doha, de los Mundiales de atletismo. El sofá ya no daba más de sí. Sin embargo, las carreras exteriores eran un disparate. Y no por la capacidad de los atletas —ahí están las estupendas crónicas de Carlos Arribas en este diario—, sino por el hecho de celebrarse en la capital de Qatar, un Estado en la península Arábiga con un clima desértico y, eso sí, con las terceras mayores reservas mundiales de gas natural, dato que explica que sea uno de los países con mayor renta per cápita del planeta.