El pleno de la Asamblea debería estar vacío, pero lo llenan los gritos de un grupo de diputados. “¡Machista!” “¡Facha!” “¡Fuera!”. Desde sus escaños, una decena de representantes de Cs ven cómo una compañera intenta entonar un discurso aupada a la tribuna mientras recibe toda clase de improperios. A ambos lados de su cabeza, bien cerca de sus oídos, dos diputados veteranos se acercan para chillarle mientras ella intenta no perder el hilo de lo que quiere exponer. Es un simulacro. Un ejemplo más del esfuerzo que invierten los partidos en que los 62 diputados (47%) que debutan esta legislatura se preparen para lo que les espera en los plenos, que arrancan hoy. Se estudia todo. Desde cómo se vota, al peligro de tropezar con la alfombra al levantarse del escaño. Y se corrige todo: los portavoces, asesorados por sus equipos de comunicación, saben hasta qué tipo de ropa queda peor en la sala de prensa por culpa de la iluminación.