Siempre me he preguntado qué razón última empuja a los espontáneos que irrumpen en los eventos de masas, ya sean conciertos, partidos de fútbol o (un clásico) Eurovisión. Me cuesta creer que aniden solo legítimas reivindicaciones tras el ánimo de Jimmy Jump, famoso por saltar a los escenarios de los Goya (2011) y Eurovisión (un año antes), o del espontáneo británico que en 2018 se plantó en el escenario del concurso musical y le arrebató el micrófono a la representante británica SuRie. Curiosamente no revientan mítines ni solemnes inauguraciones, sino espectáculos de ocio televisados donde lo que queda es la foto de la anécdota y la risa incómoda.